¿Necesito un DETOX?
Con frecuencia aceptamos que no sentirnos bien es parte de la vida y del hacernos mayores. Creemos que sentirnos cansados, con poca energía y algunos dolores repartidos por el cuerpo es consecuencia del envejecimiento. ¡Pero esto no es verdad! Estos y otros muchos síntomas que damos por normales, solo por ser habituales, desaparecen al “reactivar” nuestros sistemas de desintoxicación.
El interés por la desintoxicación -que para abreviar, y utilizando como base el término anglosajón, llamamos detox-, no es en absoluto nuevo. Aunque se reconoce su importancia desde la antigüedad, el detox ha resurgido con fuerza en las dos últimas décadas. Si te sumerges en el mundo del bienestar o de la alimentación sana, te darás cuenta de que existen diferentes maneras de limpiar tu cuerpo. Aunque no todas igual de efectivas ni recomendables, si pretendes “crear salud”.
Aunque todos tenemos un hígado,
no todos los hígados son igual de eficientes.
Surgen con frecuencia dos preguntas. La primera: ¡¿En serio necesito hacer un detox?! La segunda: ¿Cuándo es el mejor momento para hacerlo?. Este mundo moderno, cada vez más lleno de tóxicos, reduce las preguntas a una sola: ¿Cuándo hago mi detox? Y la respuesta es bien sencilla: cualquier momento es el mejor momento. Basta con que te venga bien a ti. Es cierto que tradicionalmente se considera ideal el inicio de la primavera y del otoño. Sería fantástico que te propusieras como hábito saludable de vida hacer dos detox al año coincidiendo con estas fechas. No obstante, no es necesario esperar a ese momento, porque puede ser que tu cuerpo esté gritando ya pidiendo un poco de ayuda.
Imagino que sabes, o de alguna manera intuyes, que el cuerpo está diseñado para deshacerse de las sustancias tóxicas, bien de fabricación propia como resultado de sus propios procesos, bien procedentes del exterior, adquiridas de forma voluntaria o involuntaria. Los órganos que se encargan de este proceso son varios, siendo el hígado el director general de la gestión de residuos.
Aunque todos tenemos un hígado, no todos los hígados son igual de eficientes. En esto influye la genética –esa no la podemos cambiar, al menos por ahora- y la epigenética, que viene a ser –permíteme la licencia de simplificarlo mucho- la influencia de todo lo demás sobre la expresión de nuestro material genético: lo que comemos, dónde vivimos, el ejercicio físico que hacemos, el estrés al que nos vemos sometidos, cómo lo gestionamos y un larguísimo etcétera. De manera que en la eficiencia de mi hígado no solo influye mi genética, sino el peso de mi historia y también lo que hago en mi presente.
El objetivo de un DETOX:
favorecer el proceso natural de la desintoxicación
Las matemáticas tienen, aquí también, algo que decir. Las cuentas tienen que cuadrar. Si genero dos bolsas de basura, tengo que sacar dos bolsas de basura para que mi casa siga limpia y pueda vivir en ella feliz. Si siento falta de energía, cansancio, poca claridad mental, falta de vitalidad; si me sobran unos kilos, tengo insomnio, digestiones pesadas… probablemente no me están saliendo las cuentas.
Al cuerpo además hay que aplicarle la ley del ascensor: para poder entrar hay que dejar salir. Si no permitimos que el cuerpo disminuya su carga tóxica -esto es, la acumulación de toxinas-, será difícil que los buenos nutrientes con los que me cuido hagan su magia.
Lo intento resumir. Una toxina es una sustancia que es perjudicial para el organismo. Su acumulación puede dar lugar a graves problemas de salud. Por esto, cuando favorecemos el proceso natural de la desintoxicación, disminuimos los tóxicos del cuerpo, alargando el periodo de vida sano. Este es el objetivo de un DETOX.
Sí, en serio necesitas un DETOX.
O al menos te vendría fantásticamente bien.
Importante: Si estás embarazada o amamantando a tu bebé o estás en tratamiento oncológico, te conviene hacer una alimentación limpia pero no deberías hacer un DETOX. Consulta con un terapeuta de confianza.
Con Amor,
Natalia
Publicado por Natalia Croissier el 13/06/2018